A propósito del reportaje de El Mercurio: “Inédito estudio del INE constata escasa ayuda de los varones en el trabajo doméstico”
“La medición comprueba el mito de que las mujeres llevan el peso de las labores hogareñas y apunta a lograr en Chile, tal como lo están haciendo otros países, que estas actividades sean reconocidas como un soporte básico para la producción de otras áreas de la economía nacional.” El Mercurio, 29-03-2009
Cada vez que nos paramos frente a una olla, tomamos una escoba o una plancha, abrigamos a nuestros hijos e hijas, cuidamos a nuestros ancianos padres o a los enfermos de nuestras familias, estamos trabajando. Todos parecen desconocerlo, cada vez que una mujer reniega de estas obligaciones es juzgada y condenada moralmente por una sociedad a la cual le parece natural vernos agotadísimas y estresadas a causa de la dificultosa labor de administrar un hogar con los sueldos de miseria que nos da la patronal.
Y es un trabajo de tiempo completo, en el cual no hay feriados ni hora legal de colación, en el cual no contamos con vacaciones ni contrato firmado, no hay un salario de por medio ni tampoco una posibilidad de renunciar a él, es decir, es un trabajo no reconocido como tal ni tampoco remunerado, y, además, está indiscutiblemente atribuido a nosotras: las mujeres trabajadoras y pobres, ya que las ricas, las esposas de los ricos y empresarios de este país, las empresarias y mujeres “de poder” se ven liberadas de él a costa, precisamente, de explotar a otra mujer desposeída de riquezas y propiedades que no tiene más herramienta para sobrevivir que la de vender su fuerza de trabajo: esta mujer, luego llega a su casa a ejercer exactamente el mismo trabajo, pero ahora gratuitamente, sin ninguno de los miserables derechos que como migajas le cede la patronal… Así transcurren interminables las horas de miles de mujeres dueñas de casa, o bien mujeres trabajadoras que de todas formas asumen todo el peso de las labores domésticas, sin la posibilidad de descansar por el sólo hecho de ser mujeres: trabajadoras o pobres.
Estudios señalan que el trabajo doméstico no remunerado constituye entre un 35% y un 75% del producto interno bruto de las naciones, cosa que le parece fabulosa a la patronal que se ahorra millonadas, ya que si fuese considerado un trabajo debería aumentar el sueldo de todos sus asalariados puesto que la manutención de un ser humano tiene sus costos: a ellos les interesa que sigamos haciéndolo gratuitamente y para ello es muy conveniente, entonces, que siga siendo una labor “naturalizada” de las mujeres.
Desde esta perspectiva, el problema central no radicaría en la ausencia de un salario. Efectivamente es un problema de raigambre económica: es un trabajo y no se nos paga; sin embargo, esto no lo diferencia de cualquier trabajo no remunerado como el que realizan los bomberos (ejemplo débil pero válido), la especificidad de este trabajo es que está considerado como parte inevitable y “natural” del destino de una mujer--para eso trabaja ideológicamente la Iglesia sirviendo de auxiliar a la patronal--aunque en los hechos, sabemos que somos las trabajadoras y pobres quienes estamos realmente condenadas. Sobre la base de todo lo anterior es que hablamos de la existencia efectiva de tareas relegadas por género, como el cuidado que realizamos de los ancianos y los enfermos que esta sociedad desecha por no ser productivos. Así, de manera precisa es que llegamos a la conclusión que un salario no soluciona la causa y el efecto que produce esta división de tareas, que es una lógica estructural del capitalismo con descarnado rostro machista y que los principales beneficiados son los empresarios, los patrones y dueños de los medios de producción.
Desde Pan y Rosas, opinamos que la salida a este problema no es un salario, o bien, una salida individual, como por ejemplo sería plantear que las labores sean compartidas—aunque sea progresivo que un hombre rompa con los prejuicios machistas—creemos que estas tareas deben ser socializadas, porque efectivamente es posible, de lo contrario los capitalistas no hubiesen desarrollado comedores (restaurantes) o lavanderías que son servicios que estando en manos de empresarios hoy les sirven para lucrar, pero que potencialmente son la confirmación de que es posible desplazar a estas labores del ámbito privado para trasladarlas al ámbito público, para nosotras: socializado, gratuito, al servicio de la clase trabajadora y el pueblo pobre, esta socialización sólo será llevada hasta el final por la clase trabajadora en su conjunto, clase compuesta tanto por hombres y mujeres… Mujer, el género nos une, la clase nos divide
¡Fin a las tareas relegadas por género!
¡Por la socialización de las labores domésticas!
LÉENOS, DISCUTE, UNÉTENOS!
PAN Y ROSAS - TERESA FLORES
MILITANTES TROTSKISTAS DE CcC E INDEPENDIENTES
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